y es necesario distinguir en esto.
La Providencia que gobierna el mundo
de modo que derrota a cualquier mente
creada, antes que llegue a ver el fondo,
para que caminase a su deleite
la esposa de quien quiso desposarla
con su bendita sangre a grandes voces,
sintiéndose más fiel y más segura,
dos príncipes mandó para ayudarla,
y en una cosa y otra la guiasen.
Todo en fuego seráfico uno ardía;
por su saber el otro fue en la tierra
de querúbica luz un resplandor.
De uno hablaré, si bien de ambos se habla
alabando a cualquiera de los dos,
puesto que a un mismo fin se encaminaron.
Entre Tupino y el agua que baja
de la cima escogida por Ubaldo,
fértil ladera pende de alto monte,
que el frío y el calor manda a Perugia
por la Puerta del Sol; y detrás lloran
Nocera y Gualdo su pesado yugo.
Por donde esta ladera disminuye
su pendiente, nacióle un sol al mundo,
como hace a veces éste sobre el Ganges.
Y así pues quien a aquel lugar nombrara
que no le llama Asís, pues esto es poco,