Como acudió a Climene, a consultarle
de aquello que escuchara en contra suya,
quien remiso hace al padre aún con el hijo;
tal me encontraba, y tal lo comprendÃan
Beatriz y aquella luz santa que antes
por causa mÃa se cambió de sitio.
Por lo cual mi señora «Expulsa el fuego
de tu deseo —dijo— y que éste salga
por tu imagen interna bien sellado:
no para acrecentar lo que sabemos
al decirlo: mas para acostumbrarte
a que hables de tu sed, y otros te ayuden».
«Cara planta que te alzas de tal modo
que, cual saben los hombres que no caben
dos ángulos obtusos en un triángulo,
igual sabes las cosas contingentes
antes de que sucedan, viendo el punto
en quien todos los tiempos son presentes;
mientras que junto a Virgilio subÃa
por la montaña que cura las almas,
o por el reino difunto bajando,
dichas me fueron respecto al futuro
palabras graves, y aunque yo me sienta
a los golpes de azar como el tetrágono;
mi deseo estarÃa satisfecho
sabiendo la fortuna que me aguarda:
pues la flecha prevista daña menos.»