La Divina Comedia

CANTO XVII

Como acudió a Climene, a consultarle

de aquello que escuchara en contra suya,

quien remiso hace al padre aún con el hijo;

tal me encontraba, y tal lo comprendían

Beatriz y aquella luz santa que antes

por causa mía se cambió de sitio.

Por lo cual mi señora «Expulsa el fuego

de tu deseo —dijo— y que éste salga

por tu imagen interna bien sellado:

no para acrecentar lo que sabemos

al decirlo: mas para acostumbrarte

a que hables de tu sed, y otros te ayuden».

«Cara planta que te alzas de tal modo

que, cual saben los hombres que no caben

dos ángulos obtusos en un triángulo,

igual sabes las cosas contingentes

antes de que sucedan, viendo el punto

en quien todos los tiempos son presentes;

mientras que junto a Virgilio subía

por la montaña que cura las almas,

o por el reino difunto bajando,

dichas me fueron respecto al futuro

palabras graves, y aunque yo me sienta

a los golpes de azar como el tetrágono;

mi deseo estaría satisfecho

sabiendo la fortuna que me aguarda:

pues la flecha prevista daña menos.»

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