El libro egipcio de los muertos

Conjuro XXVII

PARA QUE EL CORAZÓN NO LE SEA ARREBATADO AL DIFUNTO

¡Salve, oh divinidades terribles,

que aferran y destruyen los Corazones!

¡Vosotros, Señores de la Duración, Príncipes de la Eternidad!

No aferren nunca

mi Corazón «ib» ni mi Corazón «hati»;

¡Que las palabras de acusación

no sean pronunciadas en mi contra!

¡Oh vosotros, que hacéis pasar por las Metamorfosis,

en conformidad con los actos pasados, el Corazón del hombre,

pueda mi conducta sobre la Tierra

impedir que me culpen ante vosotros en el Más Allá!

Pues este Corazón pertenece al de un dios,

señor de los Nombres mágicos,

en el cual las Palabras son potentes en su Cuerpo.

El ha dirigido su Corazón hacia estas entrañas

y las ha renovado delante de los dioses.

Nadie le habla mucho a este poderoso

de lo que ha hecho sobre la Tierra!

Su corazón, como sus Miembros obedecen sus órdenes.

¡Su corazón no lo abandonará jamás!

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