La historia de Simbad el marino

Pero cuando llegó la 298ª noche

Ella dijo:

"Pero mañana, ¡oh mis amigos! os contaré las peripecias de mi tercer viaje, el cual, sin duda, es mucho más interesante y estupefaciente que los dos primeros!"

Luego calló Simbad. Entonces los esclavos sirvieron de comer y de beber a todos los invitados, que se hallaban prodigiosamente asombrados de cuanto acababan de oír. Después Simbad el Marino hizo que dieran cien monedas de oro a Simbad el Cargador, que las admitió, dando muchas gracias, y se marchó invocando sobre la cabeza de su huésped las bendiciones de Alah, y llegó a su casa maravillándose de cuanto acababa de ver y de escuchar.

Por la mañana se levantó el cargador Simbad, hizo la plegaria matinal y volvió a casa del rico Simbad, como le indicó éste. Y fui recibido cordialmente y tratado con muchos miramientos, e invitado a tomar parte en el festín del día y en los placeres, que duraron toda la jornada. Tras de lo cual, en medio de sus convidados, atentos y graves, Simbad el Marino empezó su relato de la manera siguiente:


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