La historia de Simbad el marino

La tercera historia de las historias de Simbad el marino, que trata del tercer viaje

Sabed, ¡oh mis amigos! -¡pero Alah sabe las cosas mejor que la criatura!- que con la deliciosa vida de que yo disfrutaba desde el regreso de mi segundo viaje, acabé por perder completamente, entre las riquezas y el descanso, el recuerdo de los sinsabores sufridos y de los peligros que corrí, aburriéndome a la postre de la inacción monótona de mi existencia en Bagdad. Así es que mi alma deseó con ardor la mudanza y el espectáculo de las cosas de viaje. Y la misma afición al comercio, con su ganancia y su provecho, me tentó otra vez.

En el fondo, siempre la ambición es causa de nuestras desdichas. En breve debía yo comprobarlo del modo más espantoso.

Puse en ejecución inmediatamente mi proyecto, y después de proveerme de ricas mercancías del país, partí de Bagdad para Bassra.

Allí me esperaba un gran navío lleno ya de pasajeros y mercaderes, todos gente de bien, honrada, con buen corazón, hombres de conciencia y capaces de servirle a uno, por lo que se podría vivir con ellos en buenas relaciones. Así es que no dudé en embarcarme en su compañía dentro de aquel navío; y no bien me encontré a bordo, nos hicimos a la vela con la bendición de Alah para nosotros y para nuestra travesía.

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