Los Lanzallamas

—Sí… ¿pero qué tiene que ver el profesorado con el aburrimiento? ¿O usted cree que puedo divertirme extrayendo raíces? ¿Usted sabe por qué el “cafishio”13 se juega toda la plata que la mujer trabaja? Porque se aburre. Sí, de aburrido. No hay hombre más “seco” que el “fioca”. Vive para el juego, como la mujer trabaja para mantenerlo a él. Lo tenemos en la sangre. ¿Usted no leyó la Conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo? Encontraría cosas curiosas. Tan timberos14 eran los conquistadores que fabricaban naipes con el cuero de tambores inservibles. Y con esos naipes se jugaban el oro que le arrancaban a las indígenas. Lo traemos en la sangre. Está en el ambiente…

—Es la falta de sentido religioso —objetó seriamente Erdosain—. Si los hombres tuvieran un sentido religioso de la vida, no jugarían.

Haffner largó una carcajada de buenísima gana.

—Qué rico tipo que es usted. ¡Cómo quiere que un “cafishio” tenga sentido religioso de la vida! Los españoles de la conquista eran religiosísimos. No entraban en batalla antes de oír una misa. Se encomendaban a Dios y la Virgen. Eso no les impedía jugarse la camisa y quemar vivos a los indígenas.

—Eran fórmulas. El sentido religioso de la vida significa una posición dentro del mundo. Una posición mental y espiritual…

—¿Cómo se consigue?

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