Los Lanzallamas

EL SENTIDO RELIGIOSO DE LA VIDA

Erdosain encendió la lámpara eléctrica. Haffner, sin cumplimiento, tiró su sombrero en la punta de la cama, recostándose en ella. Una onda de cabello negro, engominado, se arqueaba sobre su frente. Restregándose una mejilla empolvada con la palma de la mano, miró agriamente en redor, y al tiempo que se corría el pantalón sobre la pierna, rezongó:

—No está mal usted aquí.

Erdosain, sentado en la orilla de una silla, junto a la mesa, examinaba encuriosado al Rufián. Este sacó cigarrillos y, sin ofrecerle a Erdosain, barboteó:

—En esta ciudad se aburre todo el mundo. Ayer lo vi al Astrólogo. Me dijo que hacía tiempo que no lo veía a usted.

—Lo vio… dice que…

—No sé… estaba un poco preocupado. Ese hombre va a terminar mal.

—¿Le parece?

—Sí… piensa demasiadas cosas a la vez. Cierto es que es capaz de otro tanto… yo he tratado de interesarme por lo que él planea… en el fondo, le seré sincero, nada me interesa. Me aburro. Me aburro horriblemente. Estoy “seco"11 de “escolazo"12, de putas, y de filósofos de café. Aquí no hay absolutamente nada que hacer.

—¿Usted no era profesor de matemáticas?

eXTReMe Tracker