Meditaciones

Psicológicamente la personalidad de Marco Aurelio atrae nuestro interés por su ascetismo y su descontento interior. Descontento de sí mismo —en su afán de ser mejor y de comportarse de acuerdo con sus intenciones éticas en todo— y de los demás (cf. V 10 y muchos otros textos), Marco Aurelio se reitera una y otra vez los mismos consejos y máximas, como si no acabara de convencerse. La insistencia en repetir el remedio sugiere que éste no es del todo eficaz. Un cierto escepticismo latente en esta filosofía de consolación le da un tono dramático; como si las heridas y los dolores acallados, como si las quejas reprimidas y los impulsos detenidos necesitaran, en su subconsciente rebelión, de una nueva dosis de la farmacopea. La resignación aristocrática, el ascético desprecio del mundo y la carne, la sumisión al deber —de filósofo y de ciudadano romano en lo más alto de la jerarquía— son muestras de una actitud que rehúye el patetismo, pero que no puede alcanzar esa apatía inhumana del sabio estoico.






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