Meditaciones

III

La coherencia entre su actuación histórica y su actitud filosófica (dejando ahora a un lado todos los problemas de su teoría) ha traído hacia la figura de Marco Aurelio la admiración de historiadores y pensadores diversos. Entre sus admiradores más ilustres hay que recordar a dos monarcas con inquietudes filosóficas y gran personalidad: a Juliano el Apóstata y a Federico II el Grande de Prusia. Entre los pensadores e historiadores mencionemos a algunos muy significativos, como Gibbon y Montesquieu, M. Arnold y J. Stuart Mill, E. Renan y H. Taine, entre otros. Taine dijo de Marco Aurelio que era «el alma más noble que haya existido». Renan lo calificó como «el mejor y el más grande de su siglo». Otros estudiosos de su obra han insistido en su magnanimidad. Así, por ejemplo, E. Zeller, A. Puech y A. S. L. Farquharson, su más tenaz comentador. Sus biógrafos, por ejemplo, W. Goerlitz y A. Birley, destacan la gran personalidad de Marco Aurelio, y es fácil notar cómo la exposición de sus hechos se acompañan de comentarios admirativos.




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