Meditaciones

Marco Aurelio resulta un tipo de héroe muy poco frecuente en la Historia —entre otras cosas, porque carece de la alegría autoafirmativa y de la arrolladora ambición y del énfasis jovial de otras grandes figuras—. Es un filósofo de reducida originalidad. Pero la conexión de su posición histórica, su conducta personal y su actitud filosófica, hacen de él una figura atractiva y un ejemplo apasionante de humanidad.

IV

La historia de la tradición del texto de las Meditaciones es bastante extraña. En el s. III parece que Herodiano y Dión Casio conocían la obra. A mediados del s. IV, Juliano el Apóstata y el orador Temistio recuerdan con elogio a Marco Aurelio. En Temistio (en el año 364) se encuentra la primera referencia a su obra con un título expreso, el de Admoniciones de Marco (Márkou parengélmata). El biógrafo de Avidio Casio en la Historia Augusta alude a unas Exhortaciones que Marco Aurelio habría declamado durante tres días antes de partir a la guerra contra los marcomanos. (Este biógrafo, que da esta noticia, tal vez confundida, puede ser de la época de Juliano.) Después, desde el s. IV al IX, nadie va a acordarse de los escritos de Marco Aurelio. Así, por ejemplo, no hay ni una cita suya en la amplia selección de filósofos y poetas recopilada por Estobeo a mediados del siglo V.

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