—Señor Knightley, permÃtame que me tome esta licencia; si usted quisiera excusarme, si no me considerara usted demasiado grosero, yo seguirÃa el consejo de Emma y saldrÃa a dar un paseo de un cuarto de hora. Como el sol se ha puesto creo que serÃa mejor que diera mi paseÃto antes de que refrescara demasiado. Ya ve que no hago ningún cumplido con usted, señor Knightley. Nosotros los inválidos nos consideramos con ciertos privilegios.
—Por Dios, no faltaba más, no tiene usted que tratarme como a un extraño.
—Le dejo con mi hija, que es un excelente substituto. Emma estará muy complacida de atenderle. Asà que vuelvo a pedirle mil perdones, y me voy a dar mi vueltecita… mi paseo de invierno.
—Me parece muy buena idea, señor Woodhouse.
—Yo le pedirÃa muy gustoso que tuviera a bien acompañarme señor Knightley, pero ando muy despacio, y a usted le serÃa muy pesado acomodarse a mi paso; y además, ya tiene usted que dar otro largo paseo para volver a Donwell Abbey.
—Muchas gracias, es usted muy amable; pero yo me voy ahora mismo; y creo que lo mejor serÃa que saliese usted cuanto antes. Voy a buscarle la capa larga y le abro la puerta del jardÃn.