Emma

Él estaba demasiado enojado para contestar; y el tono de Emma había sido demasiado cortante para invitar a nuevas súplicas; y ambos irritados y ofendidos, y profundamente molestos el uno con el otro, tuvieron que seguir juntos durante unos minutos más, ya que los temores del señor Woodhouse les obligaban a ir a un paso muy lento. De no haber estado tan encolerizados, la situación hubiese sido muy embarazosa, pero la intensidad de sus emociones no daba lugar a los pequeños zigs-zags de este estado de ánimo. El coche enfiló el callejón de la Vicaría y se detuvo, y ellos inesperadamente se encontraron delante de la puerta de la casa del señor Elton, quien bajó sin pronunciar ni una palabra… A Emma le pareció indispensable desearle buenas noches; y él se limitó a corresponder a la cortesía fría y orgullosamente; y la joven, presa de una indescriptible turbación, siguió su camino hasta Hartfield.








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