Emma

Emma

🚫 ¿Cómo quitar los anuncios?

CAPÍTULO XLIV

DURANTE toda la tarde Emma no pudo olvidar el mal sabor de boca que le había dejado la excursión a Box Hill. No hubiera sabido decir cómo los demás habían considerado aquella gira. Posiblemente, cada cual en su casa y cada cual a su modo, la recordarían con placer; pero para ella había sido la mañana más completamente desperdiciada, más falta de toda compensación razonable y que más deseos tenía de que se borrara de su recuerdo de todas las de su vida. Toda una tarde de jugar al chaquete con su padre representó la felicidad. Aquél era el mayor, el mas real de sus placeres, ya que consagraba las mejores horas de las veinticuatro de aquel día a dar satisfacción a su padre; pensaba que, aunque no era merecedora del profundo afecto y de la segura estima del señor Knightley, en general su conducta tampoco merecía un reproche muy severo. Como hija confiaba en que no dejaba de tener corazón; confiaba en que nadie podía decirle: «¿Cómo ha podido ser usted tan cruel para con su padre? Creo que debo… sí, que debo, mientras pueda, decirle esas verdades». La señorita Bates… ¡oh, no, nunca más, nunca más volvería a hacerlo! Si las atenciones que en el futuro pudiera tener con ella hacían que se olvidase el pasado, estaba segura de que lograría ser perdonada. A menudo se había portado mal con ella, su conciencia ahora se lo decía. Quizá se había portado peor de pensamiento que de hecho; había sido despectiva, poco amable. Pero no volvería a ocurrir. En el ardor de un verdadero arrepentimiento, al día siguiente por la mañana iría a visitarla, y aquél no sería por su parte más que el principio de una relación regular, justa y amistosa.


Reportar problema / Sugerencias

eXTReMe Tracker