Peter Pan

—Yo misma les corto el pelo siempre —dijo Wendy.

—¡George! —exclamó la señora Darling, dolida por ver a su amor haciendo gala de una conducta tan reprochable.

Entonces él se echó a llorar y salió a relucir la verdad. Estaba tan contento como ella de tenerlos, dijo, pero creía que deberían haber pedido su consentimiento además del de ella, en lugar de tratarlo como un cero a la izquierda en su propia casa.

—Yo no creo que sea un cero a la izquierda —exclamó Lelo al instante—. ¿Tú crees que es un cero a la izquierda, Rizos?

—No, no me lo parece. ¿A ti te parece un cero a la izquierda, Presuntuoso?

—Pues más bien no. Gemelo, ¿a ti qué te parece?

Resultó que a ninguno de ellos le parecía un cero a la izquierda y él se sintió absurdamente gratificado y dijo que encontraría sitio para todos ellos en el salón si cabían.

—Sí que cabremos, señor —le aseguraron.

—Pues entonces seguid al jefe —gritó alegremente—. Escuchad, no estoy seguro de que tengamos un salón, pero haremos como si lo tuviéramos y será lo mismo. ¡Adelante!

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