Wendy ya estaba casi sobre ellos y podían oír su quejido lastimero. Pero más clara se oía la estridente voz de Campanilla. La celosa hada ya había abandonado su fachada amistosa y se lanzaba contra su víctima por todas direcciones, pellizcándola salvajemente cada vez que la tocaba.
—Hola, Campanilla —gritaron los maravillados niños.
La réplica de Campanilla resonó con fuerza:
—Peter quiere que matéis a la Wendy.
No entraba en su forma de ser hacer preguntas cuando Peter daba órdenes.
—Hagamos lo que Peter desea —gritaron los ingenuos chicos—. Deprisa, arcos y flechas.
Todos menos Lelo bajaron de un salto por sus árboles. Él tenía consigo un arco y una flecha y Campanilla se dio cuenta y se frotó las manitas.
—Deprisa, Lelo, deprisa —chilló—. Peter se pondrá muy contento.
Lelo puso emocionado la flecha en el arco.
—Aparta, Campanilla —gritó y luego disparó y Wendy cayó revoloteando al suelo con un dardo en el pecho.