Peter Pan

—Yo lo he hecho —dijo, reflexionando—. Cuando se me aparecían señoras en sueños, yo decía: «mamaíta, mamaíta». Pero cuando por fin llegó de verdad la maté.

Se alejó despacio.

—No te vayas —lo llamaron apenados.

—Tengo que hacerlo —contestó él, temblando—, tengo mucho miedo de Peter.

En este trágico instante oyeron un ruido que les puso a todos el corazón en un puño. Oyeron a Peter graznar.

—¡Peter! —gritaron, pues siempre anunciaba así su regreso.

—Escondedla —susurraron y se agruparon rápidamente en torno a Wendy. Pero Lelo se quedó aparte. Se oyó otra vez aquel sonoro graznido y Peter se posó delante de ellos.

—Saludos, chicos —exclamó y ellos saludaron maquinalmente y de nuevo se hizo un silencio. Él frunció el ceño.

—He vuelto —dijo con vehemencia—. ¿Por qué no os animáis?

Ellos abrieron la boca, pero no les salían los gritos de júbilo. Él lo pasó por alto por la prisa de darles las maravillosas nuevas.

—Grandes noticias, chicos —exclamó—. Por fin he traído una madre para todos vosotros.

eXTReMe Tracker