La barra de los tres golpes

Año difícil fue aquél, no solamente en lo relativo a cuestiones políticas, sino también en los estudios. Ni uno sólo logró eximirse de todas las materias, siendo de la Peña el único que se salvó de Matemáticas. Aunque con Minondo no hubo exenciones y resultaba ingrata la prueba de idiomas, tuvo tal ovación el último día de clases, que se emocionó: el sacrificio tenía su premio.

El Dr. Rozas quiso tomar examen del cuarto bimestre el primer sábado de vacaciones y muy de mala gana asistimos a la prueba; pero en lugar de limitarla a temas del último bimestre, la extendió a todo el programa, provocando unánime reacción y la consiguiente negativa. Fuera de sí y luego de violentos insultos, el profesor se retiró de la sala en momentos en que llegaba Medrano, quien, enterado de lo ocurrido, quiso explicar la situación; pero el Dr. Rozas, perdido todo control, descargó bastonazos en el aire, golpeando, en un mal movimiento, sobre las espaldas de Medrano.

 

El año finalizó sin pena ni gloria, tristemente. La hostilidad creciente de la población escolar hacia las autoridades y el temor de que el orador de la despedida expresara críticas acerbas, impulsó a la Dirección a suspender el acto ritual de despedida. Así, como a hurtadillas, concluyó el curso de 1930.-

 

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