La barra de los tres golpes

Al ingeniero Antonio Lascurain y al doctor Abraham Rosenvasser correspondían, respectivamente, matemática y Derecho Constitucional Ambos, que demostraban haber pasado con creces la cuarentena, lucían una parecida calvicie y coincidían en fallas que, sin embargo, no disminuían el aprecio que sabían conquistar, El ingeniero Lascurain se entusiasmaba con las fórmulas y las exponía con tanta velocidad, que no se le podía seguir; y el doctor Rosenvasser, compenetrado de la aridez de su tema, esforzábase en hacer claros y comprensibles sus conceptos, pero hablaba tan quedamente y con la misma voz que provocaba bostezos. Para mayor desgracia le habían adjudicado las dos últimas horas de los lunes y no era extraño que al tañido de la campana hubiese que sacudir a algún dormido, diciéndole: "Che, despertáte: ¡acabó la hora!"

 

 






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