La barra de los tres golpes

En otra oportunidad, mientras Figueredo hablaba contra el comunismo y elogiaba un proyecto del senador Matías Sánchez Sorondo, Calabrese, irguiéndose muy serio, interrumpió: "Yo soy comunista".

"Juan Cuello" cambió de tono y hasta de color; quiso hablar dulcemente y desviar la conversación; pero aquél, duro como perro de presa a pesar de que apenas lograba aguantar la risa, no lo dejaba escapar por la tangente. Felizmente para Figueredo llegó el profesor y se cortó la polémica; durante varias noches no se acercó al aula.

 

León Fidel y Jorge Luis Casas, los mejores taquígrafos de la clase, diferían notablemente entre sí. Bastante bajo el primero, espontáneo en sus modales, y alto el segundo, excesivamente cuidadoso en su persona y en su forma de ser, no pronunciaba palabra que no fuera estrictamente correcta y cortés; ambos estudiosos, buenos compañeros) expresaban su alegría por el cambio de turno, pues advertían en los alumnos de la noche mayor camaradería y solidaridad. Los habían convertido en árbitros indiscutibles de toda duda taquigráfica, negándose autoridad al titular de la materia para rebatir los conceptos que ellos pudieran emitir.

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