La barra de los tres golpes

Personalmente entregó las hojas a cada uno de los asistentes. Se preparó, miró el reloj y cuando iba a pronunciar la primera palabra se oyó una voz: "aura". Simultáneamente, todos como un solo hombre, con gesto espontáneo y súbito, partieron las hojas en mil pedazos y después de tirarlos, quedaron mirando al profesor que, atónito, sorprendido por ese espectáculo que jamás pudo imaginar, perdió por algunos minutos la facultad de hablar.

Las veleidades artísticas de un grupo numeroso de integrantes de la "Barra", causaron un desorden cuyas consecuencias superaron toda previsión.

El duelo entablado entre dos coros, cada uno con una canción favorita y deseoso de lucir sus habilidades canoras, transformó a la clase en un infierno, cuyos ecos llegaron hasta la Dirección, movilizando a una comitiva integrada por el Jefe de celadores y varios empleados, que entraron al aula en el apogeo de la barahunda.

Luego de una filípica que parecía interminable, el Director resolvió suspender a la división; pero ésta saltó en pie de guerra, en tono tan amenazador que no admitía réplica, optándose entonces por la postergación de las medidas disciplinarias hasta el día siguiente.

Los integrantes del cuarteto fueron llamados a la regencia y Medrano nos comunicó que habíamos sido suspendidos.

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