Una celda en la torre Pugatchev, en la prisión Butirki. Por la mañana.
Al levantarse el telón, Kaliayev está en la celda y mira a la puerta. Un Guardián y un Prisionero, que trae un cubo, entran.
EL GUARDIÁN. —Limpia. Y rápido.
(Se sitúa junto a la ventana. Foka comienza a limpiar sin mirar a Kaliayev. Silencio).
KALIAYEV. —¿Cómo te llamas, hermano?
FOKA. —Foka.
KALIAYEV. —¿Estás condenado?
FOKA. —Así parece.
KALIAYEV. —¿Qué hiciste?
FOKA. —Maté.
KALIAYEV. —Tenías hambre.
EL GUARDIÁN. —No tan alto.
KALIAYEV. —¿Cómo?
EL GUARDIÁN. —No tan alto. Os dejo hablar a pesar de la consigna. Así que no hables tan alto. Imita al viejo.
KALIAYEV. —¿Tenías hambre?
FOKA. —No, tenía sed.
KALIAYEV. —¿Y entonces?
FOKA. —Entonces, había un hacha. Lo deshice todo. Parece que maté a tres. (Kaliayev le mira). Bueno, barín, ¿ya no me llamas hermano? ¿Te has enfriado?
KALIAYEV. —No. Yo también maté.