Cuentos Breves - Autito de madera

En la altura, el pavor le hizo que el corazón de Roger palpitara hasta la agitación, el montículo literalmente había desaparecido en el mar de lomos peludos. Con todas la fuerza que el motor podía generar, sobrevoló una y otra vez hasta que desapareció la manada, cuando aterrizó, encontró entre las rocas dos terneros de bisonte aplastados por el tumulto, Salton salió de su escondite, con las piernas aún temblorosas. Se disponían a observar a las víctimas cuando sintieron que un círculo de miradas giraba a su alrededor.

El instinto de supervivencia los hizo remontar el parapente, para salir de la pradera hasta el otro lado del acantilado, desde ese lugar, sobrecogidos, vieron como desgarraban a los terneros. Antes de que el sol se pusiera en el horizonte, no había quedado nada de las víctimas.

La estampida de los bisontes resultó en un ritual sangriento, era la ley de los cazadores.

 


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