Isa Whitney, hermano del difunto ElÃas Whitney, D. D., director del Colegio de TeologÃa de San Jorge, era adicto perdido al opio. Según tengo entendido, adquirió el hábito a causa de una tÃpica extravagancia de estudiante: habiendo leÃdo en la universidad la descripción que hacÃa De Quincey de sus ensueños y sensaciones, habÃa empapado su tabaco en láudano con la intención de experimentar los mismos efectos. Descubrió, como han hecho tantos otros, que resulta más fácil adquirir el hábito que librarse de él, y durante muchos años vivió esclavo de la droga, inspirando una mezcla de horror y compasión a sus amigos y familiares. TodavÃa me parece que lo estoy viendo, con la cara amarillenta y fofa, los párpados caÃdos y las pupilas reducidas a un puntito, encogido en una butaca y convertido en la ruina y los despojos de un buen hombre.
Una noche de junio de 1889 sonó el timbre de mi puerta, aproximadamente a la hora en que uno da el primer bostezo y echa una mirada al reloj. Me incorporé en mi asiento, y mi esposa dejó su labor sobre el regazo y puso una ligera expresión de desencanto.
—¡Un paciente! —dijo—. Vas a tener que salir.
Solté un gemido, porque acababa de regresar a casa después de un dÃa muy fatigoso.