La aplicación del conductismo y los principios de Gestalt permite una manipulación sutil y efectiva de los comportamientos y percepciones. A través del condicionamiento, cada estímulo se convierte en una herramienta para reforzar o modificar las acciones de otros. El conductismo, con su enfoque en la asociación de estímulos, muestra que una respuesta puede controlarse mediante la repetición de ciertos patrones. Así, un comentario positivo o un gesto de aprobación repetidos ante una conducta deseada provocan que la persona actúe de acuerdo con lo esperado. Por el contrario, una respuesta fría o desinteresada puede apagar comportamientos que no convienen.
El condicionamiento operante va un paso más allá, al unir cada acción a una consecuencia específica: reforzar con una recompensa o castigar mediante la indiferencia. El manipulador, así, establece una red de estímulos que entrena la respuesta deseada en la otra persona. El refuerzo constante crea una dependencia emocional, donde la persona busca constantemente la validación de quien controla los estímulos.