Robinson Crusoe

Tan pronto como los rescatados prisioneros estuvieron bajo techo y con suficiente abrigo, me puse a pensar en la forma de alimentarlos. Lo primero que hice fue ordenar a Viernes que eligiera del rebaño un cabrito como de un año y lo matara; saqué de él un cuarto trasero que corté en pequeños trozos, que Viernes hirvió y guisó; en esta forma obtuvimos un buen plato de carne y caldo, al que agregamos algo de cebada y arroz. Como cocinaba al exterior porque no quería encender fuego dentro de la empalizada, llevé todo a la nueva tienda y poniendo allí una mesa nos sentamos a comer en compañía. Traté de animar a los huéspedes y darles coraje. Viernes era mi intérprete ante su padre, e incluso ante el español, ya que éste hablaba muy bien el idioma de los salvajes.









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