Oliver Twist

Capítulo V

Contrae Oliver nuevas relaciones. La primera vez que asiste a un entierro, forma opinión favorable del oficio de su amo

Solo Oliver en la tienda de su amo, dejó el farol sobre un banco de trabajo y tendió en torno suyo miradas de terror, que comprenderán sin esfuerzo muchas personas de bastante más edad que el infeliz huérfano. Una caja mortuoria sin, concluir, colocada en el centro de la tienda sobre unos banquillos negros, ofrecía aspecto tan lúgubre, que el pobre niño temblaba de miedo cada vez que su mirada dilatada por el espanto se dirigía hacia el pavoroso objeto, pues esperaba en todo momento ver que algún espectro horrible alzaba lentamente la cabeza para enloquecerle de terror. Larga fila de tablas de olmo, todas de la misma medida, flanqueaban la pared, semejando, a la luz incierta del farol, otros tantos fantasmas de anchas espaldas con las manos metidas en los bolsillos de sus calzones. Planchas brillantes de metal, astillas del olmo, clavos de cabeza dorada y pedazos de paño negro cubrían el suelo en horrible confusión. Si Oliver separaba sus miradas de los fantasmas de anchas espaldas y las dirigía al testero de la tienda, se encontraba con un cuadro que presentaba en primer término dos esqueletos envueltos en rígidos sudarios estacionados a uno y otro lado de la puerta de una casa, y en el fondo, una carroza fúnebre tirada por cuatro caballos, negros como la noche, que se iban acercando a aquélla. La atmósfera de la tienda, cálida y enrarecida, parecía saturada de olor a féretros y el sitio en que Oliver estaba tendido debajo del mostrador tenía todas las apariencias de una fosa.

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