Oliver Twist

Un perro, que nadie había visto hasta entonces, apareció en el tejado y comenzó a correr desatinado en todas direcciones. Hizo al fin alto en el alero, lanzó un aullido lastimero, pareció medir con la vista la profundidad, y quiso arrojarse sobre los hombros del cadáver. Erró el blanco y cayó precipitado al fondo del foso con tan mala fortuna, que al paso chocó su cabeza contra el borde del mismo y en el borde en cuestión se dejó los sesos.













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