Monks, sin renunciar a su nombre supuesto, se retiró con su dinero a una región remota del Nuevo Mundo, donde, después de dilapidarlo en muy poco tiempo, volvió a entregarse a sus malas costumbres. Una estafa le valió varios meses de cárcel, y apenas salido de ésta, otro delito mayor volvió a encerrarle, muriendo al fin en presidio. También murieron miserablemente y lejos de su patria, casi todos los individuos restantes de la cuadrilla de Fajín.
Brownlow adoptó por hijo a Oliver y fue a vivir con él y su anciana ama de gobierno muy cerca de la morada de la pareja de los recién casados, formando así una familia reducida tan feliz como mortal pueda serlo en este mundo.