Tiempos difíciles

 

CAPITULO II

DON SANTIAGO HARTHOUSE 

El partido de los Gradgrinds necesitaba reclutas para su tarea de degollar a las Gracias. Y los buscaba por todas partes. ¿Dónde podía confiar en encontrarlos con más facilidad que entre los refinados caballeros que, tras de comprobar que ninguna cosa valía nada, hallábanse igualmente en disposición para cualquier cosa?

Además, esta clase de espíritus sanos, que habían ascendido a cumbres tan sublimes, ejercían atracción sobre muchos de los adeptos de la escuela de Gradgrind. A éstos les gustaban los caballeros refinados; afirmaban que no, pero la verdad es que les gustaban. Se fatigaban imitándolos; daban a su hablar las mismas inflexiones que aquéllos, y cuando agasajaban a sus discípulos con mohosos discursitos sobre economía política, lo hacían con aire de fatiga. No se había visto jamás en el mundo hasta entonces otra hibridación más asombrosa que aquella.

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