Tiempos difíciles

CAPITULO VII

A LA CAZA DEL MEQUETREFE 

Antes que se deshiciese el círculo de gente que había en torno del Pozo del Infierno, alguien había desaparecido de él. Ni el señor Bounderby ni su sombra estuvieron cerca de Luisa, que permanecía agarrada del brazo de su padre, y la otra pareja se mantuvo apartada, a distancia. Cuando el moribundo hizo llamar al señor Gradgrind junto a su lecho, Cecilia, atenta a todo lo que ocurría, se deslizó detrás de la malvada sombra, cuya expresión de espanto no habría escapado a nadie, si todos los ojos no hubiesen estado clavados en una sola visión, y le cuchicheó algo al oído. Tom dialogó con ella unos momentos, sin volver la cabeza, y luego se esfumó. De manera que para cuando el círculo de espectadores empezó a dar señales de vida, ya el mozalbete se había largado de aquel lugar.

Así que el padre llegó a casa envió un mensaje a la del señor Bounderby, diciendo que deseaba que su hijo fuese inmediatamente a verlo. La contestación fue que, habiéndolo perdido el señor Bounderby de vista entre la concurrencia, -sin haber vuelto a tener contacto con él desde entonces, suponíalo en el Palacio de Piedra.

-Creo que no vendrá esta noche a la ciudad - le dijo Luisa, y el señor Gradgrind se alejó, y no dijo nada más.

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