Crimen y Castigo

‑¡Es usted el colmo! Me he abstenido adrede de hablarle de su asunto, a pesar de que la curiosidad me devora. He dejado este tema para otro día. Pero usted es capaz de hacer perder la paciencia a un santo… Puede usted venir si quiere, pero le advierto que voy a mi casa sólo para un momento: el tiempo necesario para coger dinero. Luego cerraré la puerta y me iré a las Islas a pasar la noche. De modo que no adelantará nada viniendo conmigo.

‑Tengo que ir a su casa. No a su habitación, sino a la de Sonia Simonovna: quiero excusarme por no haber asistido a los funerales.

‑Haga usted lo que quiera. Pero le advierto que Sonia Simonovna no está en su casa. Ha ido a llevar a los huérfanos a una noble y anciana dama, conocida mía y que está al frente de varios orfelinatos. Me he captado a esta señora entregándole dinero para los tres niños de Catalina Ivanovna, más un donativo para las instituciones. Finalmente, le he contado la historia de Sonia Simonovna sin omitir detalle, y esto le ha producido un efecto del que no puede tener usted idea. Ello explica que Sonia Simonovna haya recibido una invitación para presentarse hoy mismo en el hotel donde se hospeda esa distinguida señora desde su regreso del campo.

‑No importa.

eXTReMe Tracker