Adoptando una actitud de hombre importante, Kolia se apoyó de espaldas en la empalizada, y asà esperó la llegada de Aliocha HabÃa oÃdo hablar mucho de él a sus compañeros, y siempre los habÃa escuchado con una indiferencia despectiva.
Sin embargo, interiormente anhelaba conocerlo. ¡HabÃa tantos detalles simpático en la conducta de este Karamazov!
El paso que iba a dar tenÃa gran importancia para Kolia. Juzgaba que debÃa mostrarse digno y evidenciar su independencia. «De lo contrario, creerá que soy una criatura, como todos estos compañeros mÃos de colegio. ¿Qué concepto tendrá de estos chiquillos? Se lo preguntaré cuando nos conozcamos. ¡Qué lástima que yo sea un chico bajo! Tuzikov tiene menos edad que yo y me lleva la mitad de la cabeza. No soy guapo, sino que mi cara bien puede calificarse de fea; pero soy inteligente. No debo mostrarme demasiado expansivo: si me arrojara en seguida en sus brazos, creerÃa que... ¡Qué vergüenza si lo creyera!»