EL INFORME DE LA ACUSACIÓN
Cuando empezó su discurso, Hipólito Kirillovitch era presa de un temblor nervioso, tenÃa la frente y la sienes bañadas en frio sudor y lo sacudian frecuentes escalofrÃos, como él mismo confesó después. Consideraba este discurso como su chef—d'oeuvre, su chant du cygne, cosa que justificó muriendo tuberculoso nueve meses después. Puso en este informe toda su alma y toda su inteligencia, revelando un sentido cÃvico inesperado y un vivo interés por las cuestiones sensacionales. Lo que más cautivó a su auditorio fue su sinceridad. CreÃa realmente que Mitia era culpable, y no obraba solamente por cumplir su deber, sino también llevado del deseo de salvar a la sociedad. Incluso las damas, generalmente hostiles a Hipólito Kirillovitch, admitieron que habÃa causado excelente impresión. Empezó con cierta inseguridad, pero su voz se afirmó muy pronto y se hizo tan potente que llegó incluso al rincón más apartado de la sala.
Pero apenas terminó, estuvo a punto de desvanecerse. Éste fue su discurso: