Los hermanos Karamazov

LAS DOS JUNTAS

Aliocha salió de la casa de su padre más abatido que a su llegada. Sus ideas eran fragmentarias, confusas, pero temía reunirlas y sacar una conclusión general de las dolorosas contradicciones de la jornada.

Experimentaba un sentimiento muy próximo a la desesperación, y esto no le había ocurrido jamás. Una duda, fatídica a insondable, se imponía a todas las demás: ¿qué sería de su padre y de su hermano Dmitri frente a aquella temible mujer? Estaban enamorados. El único desgraciado era su hermano Dmitri: la fatalidad le acechaba. Otras personas estaban mezcladas en todo esto y tal vez más de lo que él había creído antes. Había en ello algo enigmático. Iván le había anticipado algunas cosas, sospechadas desde hacía mucho tiempo, y ahora se sentía como atado por ellas.

Otra cosa extraña: hacía un momento iba en busca de Catalina Ivanovna presa de extraordinaria turbación, y ahora la turbación había desaparecido por completo.

Incluso aceleraba el paso como si esperase recibir de ella alguna revelación. Sin embargo, su misión era ahora más penosa que cuando se la había confiado Dmitri.

La posibilidad de devolver los tres mil rublos se había desvanecido, y Dmitri, al ver perdido su honor definitivamente, se hundiría cada vez más en el lodo.

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