Los hermanos Karamazov

Mientras el coche le conducía a Volovia, Mitia se sentía feliz ante la idea de que al fin iba a resolver sus embrollados asuntos, pero también temblaba de inquietud, preguntándose qué haría Gruchegnka durante su ausencia. ¿Decidiría ir a reunirse con Fiodor Pavlovitch? Por eso se había puesto en camino sin avisarla y, además, había recomendado a sus patrones que no dijeran nada del viaje si alguien iba a preguntar por él.

«Es necesario que regrese esta misma noche —se repetía entre los vaivenes del carricoche— y que me traiga a Liagavi para que quede firmada el acta.» Pero sus deseos, ¡ay!, no se cumplirían.

En primer lugar, empleó más tiempo que el previsto en el camino vecinal de Volovia, pues el recorrido no era de doce verstas, sino de dieciocho. Luego no encontró en su casa al padre Ilinski: se había marchado a la aldea vecina. Ya casi de noche y con los caballos agotados, Mitia partió en busca del pope.




eXTReMe Tracker