La Ilíada

15 Mientras tales pensamientos revolvía en su mente y en su corazón, llegó el hijo del ilustre Néstor; y, derramando ardientes lágrimas, diole la triste noticia:

18 —¡Ay de mí, hijo del aguerrido Peleo! Sabrás una infausta nueva, una cosa que no hubiera de haber ocurrido. Patroclo yace en el suelo, y troyanos y aqueos combaten en torno del cadáver desnudo, pues Héctor, el de tremolante casco, tiene la armadura.












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