Los Miserables - Parte 3

Capítulo 7 Ofertas de servicio de la miseria al dolor

Marius presenció toda la anterior escena, sin embargo nada vio. Sus ojos estuvieron todo el tiempo clavados en la joven.

Cuando se fueron, quedó sin saber qué hacer; no podía seguirlos porque andaban en carruaje. Además, si no habían partido aún y el señor Blanco lo veía, volvería a escapar y todo se habría perdido otra vez. Finalmente decidió arriesgarse y salió de la pieza.

Al llegar a la calle alcanzó a ver el coche que doblaba la esquina. Corrió hacia allá y lo vio tomar la calle Mouffetard.

Hizo parar un cabriolé para seguirlo, pero el cochero, al ver su aspecto, le cobró por adelantado y Marius no tenía suficiente dinero. ¡Por veinticuatro sueldos perdió su alegría, su dicha, su amor!

Al regresar divisó al otro lado de la calle a Jondrette hablando con un hombre de aspecto sumamente sospechoso. A pesar de su preocupación, Marius lo miró bien, pues le pareció reconocer en él a un tal Bigrenaille, asaltante nocturno que una vez le mostrara Courfeyrac en las calles del barrio.

Marius entró en su habitación e iba a cerrar la puerta, pero una mano impidió que lo hiciera.

- ¿Qué hay? -preguntó-, ¿quién está ahí?

Era la Jondrette mayor.

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