Los Miserables - Parte 3

Capítulo 2 Fin del bandido

Marius acababa de cumplir los diecisiete años en 1827 y terminaba sus estudios. Un día al volver a su casa vio a su abuelo con una carta en la mano.

- Marius -le dijo-, mañana partirás para Vernon.

- ¿Para qué? -dijo Marius.

- Para ver a tu padre.

Marius se estremeció. En todo había pensado, excepto en que podría llegar un día en que tuviera que ver a su padre. No podía encontrar nada más inesperado, más sorprendente y, digámoslo, más desagradable. Estaba convencido de que su padre, el cuchillero como lo llamaba el señor Gillenormand en los días de mayor amabilidad, no lo quería, lo que era evidente porque lo había abandonado y entregado a otros. Creyendo que no era amado, no amaba. Nada más sencillo, se decía.

Quedó tan estupefacto, que no preguntó nada. El abuelo añadió:

- Parece que está enfermo; te llama.

Y después de un rato de silencio, añadió:

- Parte mañana por la mañana. Creo que hay en la Plaza de las Fuentes un carruaje que sale a las seis y llega por la noche. Tómalo. Dice que es de urgencia.

Después arrugó la carta y se la metió en el bolsillo.

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