El señor Fauchelevent, rentista, era guardia nacional; no habÃa podido escaparse de las apretadas redes del censo de 1831. El empadronamiento municipal llegó en aquella época hasta el convento del Pequeño Picpus, de donde Ultimo Fauchelevent habÃa salido intachable a los ojos del alcalde, y por consiguiente digno de hacer guardias.
Jean Valjean se ponÃa el uniforme y entraba de guardia tres o cuatro veces al año, y lo hacÃa con gusto, porque el uniforme era para él un correcto disfraz que lo mezclaba con todo el mundo. Acababa de cumplir sesenta años, edad de la exención legal, pero no aparentaba más de cincuenta; no tenÃa estado civil; ocultaba su nombre, ocultaba su edad, ocultaba su identidad, lo ocultaba todo; y como hemos dicho, era un guardia nacional de buena voluntad. Toda su ambición era asemejarse a cualquiera que pagase sus contribuciones. El ideal de este hombre era, en lo interior, el ángel, y en lo exterior, el burgués.
Cuando salÃa con Cosette, se vestÃa como ya lo hemos visto antes y parecÃa un militar retirado. Cuando salÃa solo, comúnmente por la noche, usaba siempre una chaqueta y un pantalón de obrero y una gorra que le ocultaba el rostro. ¿Era precaución o humildad? Ambas cosas a la vez.