- Es el señor Thenardier -dijo la mujer.
El trato quedó cerrado. La madre pasó la noche en la hostería, dio su dinero y dejó a su niña; partió a la madrugada siguiente, llorando desconsolada, pero con la esperanza de volver en breve.
Cuando la mujer se marchó, el hombre dijo a su mujer:
- Con esto pagaré mi deuda de cien francos que vence mañana. Me faltaban cincuenta. ¿Sabes que no has armado mala ratonera con tus hijas?
- Sin proponérmelo -repuso la mujer.