Los Miserables - Parte 1

Era la voz de Javert. Jean Valjean apagó de un soplo la vela y se ocultó. Sor Simplicia cayó de rodillas.

Entró Javert. La religiosa no levantó los ojos. Rezaba. Al verla, Javert se detuvo desconcertado. Se iba a retirar, pero antes dirigió una pregunta a sor Simplicia, que no había mentido en su vida. Javert la admiraba por esto.

- Hermana -dijo-, ¿estáis sola?

Pasó un momento terrible en que la portera creyó morir.

- Sí -respondió la religiosa.

- ¿No habéis visto a un prisionero llamado Jean Valjean?

- No.

Mentía. Había mentido dos veces seguidas.

Una hora después, un hombre se alejaba de M. a través de los árboles y la bruma en dirección a París. Llevaba un paquete y vestía una chaqueta vieja. ¿De dónde la sacó?

Había muerto hacía poco un obrero en la enfermería, que no dejaba más que su chaqueta.

Tal vez era ésa.

Fantina fue arrojada a la fosa pública del cementerio, que es de todos y de nadie, allí donde se pierden los pobres. Afortunadamente, Dios sabe dónde encontrar el alma.

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