Ni pensarlo. En semejantes cosas no debe Hedda Tesman poner sus manos. Ni ocupar sus pensamientos tampoco. Y en ocasión como ésta, menos.
HEDDA
Oh, los pensamientos… no se dejan dominar así como así…
SEÑORITA TESMAN (Insistente.)
Ay, Dios mío, así es la vida. Tengo que coser el sudario de Rina. Y aquí pronto se coserá también, por supuesto. ¡Pero en diferente estilo, el cielo me guarde!
(JORGE TESMAN entra por la puerta del vestíbulo.)
HEDDA
Oh, menos mal que has vuelto.
TESMAN
¿Estás aquí, tía Juli? ¿Con Hedda? ¡Figúrate!
SEÑORITA TESMAN
Estaba a punto de irme, querido niño. Bueno, ¿has hecho todo lo que me prometiste?
TESMAN
No, mucho me temo que he olvidado la mitad, ¿sabes? Daré un salto para verte de nuevo mañana. Porque hoy tengo la cabeza hecha un lío. No puedo dar cuenta de mis pensamientos.
SEÑORITA TESMAN
Querido Jorge, no debes tomar las cosas así.
TESMAN