Crítica de la Razón Práctica

El comportamiento del ser humano, mientras perdurara su naturaleza tal como es ahora mismo, se transmutaría en un simple mecanismo donde, como en un teatro de marionetas, todos gesticularían convenientemente, mas no se descubriría ninguna vida en las figuras. Pero todo está dispuesto de muy otra manera para nosotros y, pese a todos los empeños de[A 266] nuestra razón, I sólo tenemos una perspectiva muy enigmática y equívoca del futuro, de suerte que el regidor del mundo sólo nos deja conjeturar su existencia y su grandeza sin distinguirla o evidenciarla claramente; en cambio, la ley moral depositada dentro de nosotros, sin prometernos o amenazarnos nada con seguridad, exige de nosotros un respeto desinteresado y, sólo cuando este respeto se ha vuelto activo y predominante, nos permite entonces, y tan sólo gracias a ello, vislumbrar en lontananza el reino de lo suprasensible; así es como puede tener lugar una genuina intención consagrada inmediatamente a la ley, y la criatura racional puede llegar a ser digna de participar en el sumo bien, adecuándose éste al valor moral de su persona y no simplemente a \ sus acciones. Así<Ak. V, 148> pues, también aquí sería exacto lo que nos enseña el estudio de la naturaleza y del ser humano, a saber, que la inescrutable sabiduría, gracias a la cual nosotros existimos, no es menos venerable por lo que nos ha negado que por cuanto nos ha dispensado. \ I

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