Crítica de la Razón Práctica

Y ahora la ley del deber, gracias al valor positivo que nos deja sentir su cumplimiento, encuentra un fácil acceso a través del respeto hacia nosotros mismos en la consciencia de nuestra libertad. Sobre ésta, si[A 288] está bien I fundamentada, cuando el ser humano nada teme tanto como hallarse ante sus propios ojos, al examinarse internamente a sí mismo mediante una rigurosa introspección, despreciable y reprobable, puede verse ahora injertada cualquier buena intención moral; pues éste es el mejor e incluso el único guardián que puede contener la infiltración dentro del ánimo de impulsos innobles y perversos.

Con esto sólo he querido indicar aquí las máximas más genéricas de la doctrina del método concerniente a una configuración y ejercitación morales. Comoquiera que la diversidad de deberes exigiría llevar a cabo todavía unas determinaciones particulares para cada uno de sus tipos y esto constituiría un vasto trabajo, se me disculpará si, en un escrito como el presente, que sólo es un ejercicio preliminar, me conformo con atenerme a estos rasgos fundamentales.




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