Crítica de la Razón Práctica

Qué significa —leemos en un borrador utilizado después para redactar la segunda parte de El conflicto de las facultades— el vivo entusiasmo que embarga al simple espectador de la revolución [francesa] y que le lleva a desear ardientemente la culminación de tal empresa, siendo así que la apasionada simpatía mostrada por estos espectadores es enteramente desinteresada; se trata de un factum realmente incontestable y, para suscitar un entusiasmo tan universal, ha de afectar al espectador un auténtico interés común a todo el género humano[79].

A buen seguro, esta clave hubiera podido lograr que su ética cobrase una nueva dimensión y resultara más fácil de aplicar. Mas, de todos modos, Kant seguirá siendo un clásico de la filosofía moral en los tiempos venideros, tal como también lo son el Platón de ciertos Diálogos y tan sólo un puñado de pensadores más.

II. ¿Por qué no es inútil una nueva traducción de la Crítica de la razón práctica?

Afortunadamente, no se ofrece aquí una primicia de la Crítica de la razón práctica. Y digo afortunadamente, porque son ya muchas las generaciones que, dentro del ámbito de lengua española, han podido acceder, no sólo a esta obra de Kant, sino al conjunto del pensamiento kantiano, gracias a Manuel García Morente.

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