El Fantasma de la Ópera

Capítulo XXIII

Sigue el relato del Persa

Nos encontrábamos en medio de una pequeña sala de forma perfectamente hexagonal…, cuyas seis caras estaban forradas interiormente de espejos…, de arriba a abajo… En los ángulos se distinguía muy bien las juntas de los espejos, los pequeños sectores destinados a girar sobre sus goznes…, sí, sí, los reconocí…, y reconocí el árbol de hierro en un rincón, al final de uno de estos pequeños sectores…, el árbol de hierro con su rama de hierro…, para los ahorcados.

Había cogido el brazo de mi compañero. El vizconde de Chagny temblaba, dispuesto a gritar a su prometida para decirle que había venido en su ayuda… Yo temía que no pudiera contenerse.

De repente, oímos un ruido a nuestra izquierda.

Al principio, fue como una puerta que se abriera y se cerrara en la habitación de al lado, después hubo un gemido sordo. Retuve con más fuerza aún el brazo del señor de Chagny. Luego oímos claramente estas palabras:

—¡Tómalo o déjalo! ¡La misa de bodas o la misa de difuntos!

Reconocí la voz del monstruo.

Volvió a oírse un gemido.

Después, un largo silencio.

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