Desde el momento en que comencé a compulsar los archivos de la Academia Nacional de Música, me sorprendió la asombrosa coincidencia de los fenómenos atribuidos al fantasma, y del más misterioso, el más fantástico de los dramas; y no tardé mucho en pensar que quizá se podrÃa explicar racionalmente a éste mediante aquéllos. Los acontecimientos tan sólo distan unos treinta años, y no serÃa nada difÃcil encontrar aún hoy, en el foyer[1] ancianos muy respetables, cuya palabra no podrÃamos poner en duda, que recuerdan, como si la cosa hubiera sido ayer, las condiciones misteriosas y trágicas que acompañaron el rapto de Christine Daaé, la desaparición del vizconde de Chagny y la muerte de su hermano mayor, el conde Philippe, cuyo cuerpo fue hallado a orillas del lago que se extiende bajo la ópera, del lado de la calle Scribe. Pero ninguno de estos testigos creÃa hasta ahora oportuno mezclar en esta horrible aventura al personaje más bien legendario del fantasma de la ópera.