El Fantasma de la Ópera

Capítulo VI

Christine Daaé, víctima de intrigas sobre las que nos referiremos más tarde, no volvió por un tiempo a tener otro triunfo como el de la famosa velada de gala. Sin embargo, a partir de ésta, había tenido la ocasión de hacerse oír en la ciudad, en casa de la duquesa de Zúrich, donde cantó los más bellos fragmentos de su repertorio. Así es cómo el gran crítico, X. Y. Z., que se encontraba entre los invitados notables, se expresa al respecto.

«Cuando se la oye en Hamlet, uno se pregunta si Shakespeare ha venido de los Campos Elíseos para hacerle ensayar Ofelia… También es cierto que, cuando ciñe la diadema de estrellas de la reina de la noche, Mozart, por su parte, debe abandonar las moradas eternas para venir a escucharla. Pero no, no tiene por qué molestarse, ya que la voz aguda y vibrante de la mágica intérprete de su Flauta mágica sube al Cielo, el cual escala con soltura, al igual que ha sabido, sin esfuerzo, ascender de su choza en la aldea de Skotelof al palacio de oro y mármol construido por Garnier».


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