Ese punto que señalo es el Paraíso,
De Adán morada; esas sombras altas, su cobijo.
Tu camino es bien directo, a mí el mío me reclama».
Dicho esto se tornó y Satán, postrándose
—Así a un Ángel superior en el Empíreo,
Donde honor y reverencia nadie omite—
Despidiose y hacia el margen de la Tierra abajo,
Desde la eclíptica, con ilusión de triunfo,
Se arroja en presurosas espirales por el aire
Y no cesa, hasta que la cumbre toca del Nifates[175].