El paraíso perdido

Y no parece menos de animación el episodio en que Ithuriel roza con su lanza a Satán, que está acuclillado junto al oído de Eva en forma de sapo, y con un cómico chispazo el Demonio recobra su figura original[26]… para no hablar de las batallas celestiales descritas en el «Libro VI». Pero el comentario de Waldock habría que matizarlo en el sentido de que, si tiene razón en lo que a este tipo de escenas respecta, bien puede que el aficionado a los dibujos animados no «renunciase a ellas por nada del mundo», pero en el paisaje de Paraíso perdido sobran por completo.

No, el heroísmo de Satán es real: ha preferido el exilio y el tormento antes que someterse a una ley que no percibe como propia; se enfrenta a Dios poniendo de manifiesto sus incongruencias, forzándole a revelar su megalomanía, mostrando los límites de la imaginación de este supuesto Todopoderoso, los límites de su compasión, el paradójico fracaso de sus victorias militares que, siendo meros abusos de poder en quien lo puede todo, resultan derrotas morales. Satán parodia a su autor cuando nos sentimos inclinados a creer que Milton lo ridiculiza; y cuando no, nos hace percibir el carácter «legítimamente trágico, no risible, como Lewis querría, de su lenta degeneración desde el “Libro I” al “Libro X”»[27]. Pero ¿es la lectura satánica la que da al poema su mayor congruencia?

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